(Información remitida por la empresa firmante)
La profesora de la Facultad de Ciencias de la Educación de UIC Barcelona Margarida Romero avisa sobre algunos de los riesgos del uso de la Inteligencia Artificial generativa en relación con la desinformación.
La guía en abierto Usos Creativos de la Inteligencia Artificial en la Educación suma setenta mil descargas.
Barcelona, 12 de marzo de 2025.- Margarida Romero es investigadora experta en Ciencias Sociales, Inteligencia Artificial y Educación. En mayo de 2024 editó la guía «Usos Creativos de la Inteligencia Artificial en la Educación», junto al investigador Alex Urmeneta. El libro, disponible en abierto, ya acumula 70.000 descargas, lo que sugiere el interés de este tipo de análisis para la sociedad.
El libro es una herramienta en abierto para profesores, estudiantes, académicos, o cualquier persona interesada que quiera consultar las principales conclusiones de diferentes estudios hechos en Europa sobre las recomendaciones del uso de herramientas de inteligencia artificial en las aulas. «Los maestros queremos que los alumnos sean ciudadanos críticos, y para ello no deben ser consumidores de la tecnología, sino ciudadanos con capacidad crítica y creativa con la tecnología. La IA no es buena ni mala, pero se debe hacer un uso ético de ella», explica Margarida Romero.
En esa línea, uno de los capítulos del libro ahonda en la desinformación y la IA. En concreto, la publicación se hace eco del artículo de Mathew Gault para Vice, que advertía que el software estadounidense Adobe estaba vendiendo imágenes fake de la Guerra en Gaza generadas por Inteligencia Artificial. Ante esta realidad, la guía advierte que el potencial de la IA para mejorar o perjudicar la educación dependerá de la forma en que los ciudadanos y los gobiernos decidan usarla y regularla. «El ciudadano debe desarrollar una perspectiva crítica y abandonar el rol de mero consumidor», explica Margarida Romero.
Otro aspecto relacionado del que habla uno de los capítulos de la guía es la censura de la IA. Se ha observado como algunas herramientas eliminan contenido incómodo que pueda influir en la opinión pública, como la censura de contenido político. La publicación menciona la red neuronal rusa Kandinsky 2.1, que devuelve imágenes de flores cuando se le dan indicaciones sobre los términos «guerra en Ucrania», «bandera ucraniana» o incluso la palabra «ucraniana». «La IA generativa puede ofrecer una visión del mundo simplificada o suavizada, o que no aborde temáticas complejas debido a un proceso de autocensura», argumenta Margarida Romero.
Por ese motivo, para la investigadora es esencial que los profesores tengan conocimientos disciplinares amplios, ya que se deberán de enfrentar más a menudo a contenido que pueda ser parcialmente falso y deben ser capaces de detectarlo. «Cuando enseñamos historia, debemos ser los primeros expertos de los hechos, ya que podemos estar expuestos a textos o imágenes generados artificialmente que pueden presentar incoherencias históricas que distorsionen la realidad», ejemplifica la profesora de UIC Barcelona.
Para clasificar los diferentes niveles de compromiso en el uso de la IA, los autores proponen una escala del uno al seis, donde en el uno el usuario actúa como consumidor pasivo en la generación de contenidos de la IA, sin entender su proceso. En su nivel más elevado, la IA es una herramienta transformadora que puede ayudar, por ejemplo, a repensar la estructura de un aula, o mejorar procesos de aprendizaje, con la colaboración activa del humano para, idealmente, generar pedagogías creativas beneficiosas para el futuro.
Todo ello debe ir acompañado, según la experta, de la aprobación de las familias, que manifiestan opiniones muy encontradas en cuanto al uso de las nuevas tecnologías en las aulas. «Es preocupante la polarización que existe. No deberíamos ser tecnófobos ni tecnófilos, sino definir usos razonables para el aprendizaje cuando realmente la tecnología aporte un valor añadido», aclara Margarida Romero.
La guía Usos Creativos de la Inteligencia Artificial en la Educación es una hoja de ruta para explorar la co-creatividad entre humanos y la IA, con conclusiones de estudios hechos en países como Francia, Alemania, Finlandia o Canadá, en el que han participado 36 investigadores internacionales, con la finalidad última de desarrollar las capacidades creativas de los estudiantes.
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